jueves, 18 de agosto de 2016

La Parábola de la Verdad.




Un Tonto compra en un mercado La Verdad. Es una adquisición muy buena, solo paga por ella tres preguntas tontas, recibe un par de patadas a cambio y se va. 

Pero es fácil decir "se va", porque cargar con una verdad no es tan sencillo. El que lo haya intentado, entenderá. La verdad es grande y pesa mucho. ¿Cuánto puede aguantar uno cargándola?

Va el Tonto arrastrando su Verdad, y sufre, pero le da pena tirarla; sea como sea, ya está pagada. 

Llega muy cansado a su casa. 

-¿Donde andabas, Tonto? --de inmediato lo ataca con preguntas su esposa. 

El Tonto, le explica lo sucedido tal y como estuvo, solo no le puede aclarar una cosa: ¿para que necesitaba la verdad y como utilizarla? 

Está la Verdad en la calle mientras el Tonto y su esposa deciden que hacer con ella, como aplicarla en su vida cotidiana. 

Lo analizan de una y otra manera, y no se les ocurre nada. ¡Simplemente no hay lugar para ella! 

--Ve y vende tu Verdad-- Le dice la mujer al Tonto. No pidas mucho, que te den lo que quieran dar. De todas maneras, no sirve de nada. 

El Tonto arrastra su Verdad de vuelta al mercado. Se ubica en un lugar visible y empieza a anunciarla. 

--¡Verdad! ¡Se vende la verdad! ¿Quien quiere la Verdad? ¡Aprovechen, está baratita! 

Pero nadie se anima a comprarla. 

--¡Oigan gente! ..grita el Tonto --¡Compren la Verdad! ¡Se las doy casi regalada! 

--¿Y para que? No necesitamos tu Verdad. Tenemos la nuestra, no comprada le responde la gente. De pronto se le acerca al Tonto un Sabiondo. Mira la Verdad por todos lados y pregunta: 

--Oye, chico, ¿A cómo das la verdad? -

-Pido muy poco por ella.--se anima el Tonto-- Te la doy por un "gracias" 

--¿Por un "gracias"? --el Sabiondo empieza a hacer las cuentas-- No, sabes qué, es muy cara para mi. 

De pronto se acerca otro Sabiondo que, al igual que el primero, dice que el precio está muy elevado. Se les ocurre entonces cooperar y comprar una Verdad para los dos, y es exactamente lo que hacen.  

Cortan la Verdad en dos partes. Resulta en dos Verdades a medias, cada una de ellas más ligera y cómoda que la Verdad completa. Estas Verdades a medias son una maravilla. 

Van caminando los Sabiondos por el mercado, y todos los envidian. De pronto otros Sabiondos siguen su ejemplo y empiezan a fabricar Verdades a medias. 

Cortan los Sabiondos las verdades, y se llenan de verdades a medias.

Ahora les es más fácil hablar entre si. Ahí donde uno tendría que decir: "Eres un desgraciado" puede decir "Tienes un carácter complicado". A un insolente se le puede llamar "juguetón", a un mentiroso, "imaginativo". 

¡Incluso a nuestro Tonto ya nadie le dice "tonto"! 

Le dicen: "la persona que tiene otra forma de pensar". 

Así es como cortan la verdad. 


Autor: Felix Krivin

La Parábola del Samurai.



En Japón, en un pequeño poblado no muy lejos de la capital vivía un viejo Samurai.

Un día cuando él instruía a sus aprendices, se le acercó un joven guerrero conocido por su rudeza y crueldad. Su forma de ataque favorita era la provocación, él sacaba de sus casillas a su oponente, y cuando aquel ya estaba cegado por la ira y cometía errores en la pelea, el otro, tranquilo, comenzaba a pelear, ganándole con facilidad.

El joven guerrero empezó a insultar al viejo, le lanzaba piedras, lo escupía y le decía las peores palabras que conocía. Pero el viejo se quedo ahí, quieto como si no ocurriese nada y continuó con su enseñanza. Al final del día, el joven guerrero, cansado y enfurecido, se fue a casa.

Los aprendices, sorprendidos de que el viejo Samurai hubiese soportado tantos insultos, le preguntaron:

-¿Por qué no peleaste con él? ¿Tenías miedo de la derrota?

El viejo Samurai respondió:

-Si alguien se acerca con un regalo, pero tu no lo aceptas ¿A quién pertenece el regalo?

-A quién lo traía- respondió uno de sus discípulos.

-Lo mismo con el odio, la envidia y las malas palabras. Hasta que no las aceptas, le pertenecen a aquél que lo trae.